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En carrera para encontrar la vacuna contra el Covid-19

Con casi 12.000.000 millones de infectados en el mundo y más de 540.000 muertos (más de 1600 en nuestro país a la fecha) el coronavirus traspasó todas las fronteras colapsando los sistemas de salud de las principales potencias mundiales e inició una carrera inusitada en la comunidad científica internacional para encontrar una vacuna eficaz que pueda poner fin a esta pandemia.

Los proyectos en marcha son casi 150, algunos ya en fase avanzada y supondrían un plazo de 12 a 18 meses mínimamente, con resultados por ahora inciertos.

¿Por qué es importante una vacuna contra el coronavirus?

Hasta que no se encuentre una vacuna efectiva, el coronavirus SARS-CoV-2 podrá circular libremente por las personas, que estarán  expuestas al patógeno. El nuevo virus ha demostrado una capacidad de contagio superior a la que en un principio se estimó, lo que le ha permitido propagarse a lo largo y ancho del mundo de una manera explosiva.

Medidas como la higiene, el uso de mascarillas o el distanciamiento físico seguirán siendo muy efectivas, y pueden frenar el ritmo de contagios hasta niveles de relativa seguridad, pero el regreso a la situación anterior a la pandemia va a depender del hallazgo de soluciones terapéuticas. Dentro de estas, la vacuna es la más importante.

¿Se trata solo de desarrollar una vacuna?

La frenética carrera por encontrar una vacuna tiene ante sí un triple desafío titánico. Primero, para acortar los plazos debe conseguir acelerar esa relativa lentitud que caracteriza al proceso habitual de desarrollo.

Pero también hay que considerar que la vacuna realmente exitosa no tiene que ser solo efectiva, sino que además debe poder producirse a una escala nunca antes conocida -varios miles de millones de unidades en el menor tiempo posible-, por lo que la implicación de la industria farmacéutica es fundamental. El tercer paso sería asegurar campañas masivas de vacunación. La suma de estos tres grandes objetivos convierten a este reto en uno de los más importantes a los que se ha enfrentado la ciencia en toda la historia.

¿Es seguro que se va a conseguir?

Esta carrera de fondo está marcada por otro gran interrogante: ¿qué pasaría si finalmente no se consigue ese objetivo de encontrar una vacuna? No faltan expertos que consideran que todos los esfuerzos científicos podrían resultar vanos y esta solución podría no llegar nunca. Aunque aún no hay ninguna certeza al respecto, las primeras evidencias científicas invitan al optimismo. La mayor parte de los pacientes que han sufrido la infección han respondido inmunológicamente, y esto hace que encontrar una vacuna desde el punto de vista científico sea posible.

¿Cuánto se tarda habitualmente en desarrollar una vacuna?

Los cálculos más optimistas de los expertos indican que no habrá ninguna vacuna viable ni eficaz antes de 12 ó 18 meses. El proceso se está acelerando al máximo, pero hay fases que no pueden ser más rápidas, y requieren de meses de pruebas. En un contexto de pandemia, pueden parecer siglos, pero hay que tener en cuenta que en condiciones normales el desarrollo de una vacuna se extiende durante varios años e incluso décadas.

Como consecuencia del alto margen de error del desarrollo de vacunas, los investigadores suelen seguir un proceso lineal en el que cada evidencia se analiza hasta el mínimo detalle antes de dar el siguiente paso. Pero ahora los procesos de investigación arrancan lo antes posible y muchas fases se ejecutan en paralelo, abandonando el esquema lineal.

El objetivo es ganar tiempo a toda costa, aunque eso pueda conllevar un mayor riesgo de fracaso. Por ejemplo, una de las medidas que se está adoptando es la de empezar la fase clínica en humanos antes de finalizar la fase en modelos animales. O comenzar a producir masivamente la vacuna antes incluso de saber si tendrá éxito. 

¿Cuántas fases debe superar una vacuna?

Antes de cualquier prueba clínica en humanos, el candidato a vacuna debe superar una Fase 0 o preclínica, que incluye pruebas in vitro y en animales.

La vacuna debe demostrar que es segura y que funciona en los organismos animales. Si lo hace, puede pasar al estudio clínico en seres humanos, que se divide a su vez en en tres fases, con una cuarta opcional:

Fase 1: La vacuna se prueba en pequeños grupos de entre 20 y 100 personas sanas. El estudio se centra en confirmar que es segura y efectiva, identificando posibles efectos secundarios y determinando la dosis adecuada.

Fase 2: Es un estudio a mayor escala en el que participan varios cientos de personas. Aquí se evalúan los efectos secundarios más comunes en el corto plazo y cómo reacciona el sistema inmune.

Fase 3: Es un ensayo mucho más grande en el que participan varios miles de voluntarios. Se compara cómo evolucionan las personas que fueron vacunadas respecto a las que no. También se recolectan datos estadísticos acerca de la efectividad y la seguridad. Esta fase también sirve para detectar otros posibles efectos secundarios que hayan pasado desapercibidos en la Fase 2.

Posible fase 4: Muchas vacunas se someten a una Fase 4 después de que la vacuna haya sido aprobada. El objetivo es recabar aún más información que pueda reforzar su seguridad y eficacia.

¿Qué proyectos destacados de vacuna existen a nivel mundial?

Desde que la Organización Mundial para la Salud (OMS) declaró el brote de coronavirus como pandemia, los proyectos de vacuna se han multiplicado en todo el planeta. Con fecha 6 de julio, la última referencia en la que aporta datos, el organismo internacional reconoce 130 proyectos que ya han encontrado un candidato a vacuna y se encuentran en fase preclínica. Además, hay otros 19 que la han superado y están en fase clínica, con pruebas en humanos. Estos son:
 

  • Instituto Jenner de la Universidad de Oxford (Reino Unido). Fase 3: En este proyecto, el más importante que se está llevando a cabo en suelo europeo, también participa la farmacéutica AstraZeneca. Utiliza una versión modificada de adenovirus de chimpancé. Los investigadores calculan su probabilidad de éxito en un 80%, y acaban de comenzar la fase 3 en Brasil, Sudáfrica y Reino Unido. Según sus estimaciones, podría estar ya disponible para octubre o noviembre de este año, puesto que han iniciado su producción en paralelo a las pruebas clínicas. Alemania, Francia, Italia y Países Bajos han firmado un contrato con AstraZeneca para el suministro de hasta 400 millones de dosis de esta vacuna, destinadas a toda la población de la UE.
Instituto Jenner de la Universidad de Oxford
  • Sinovac (China). Fase 3: Esta propuesta china parte de virus inactivos purificados, y ha generado muchas expectativas. Acaba de arrancar la fase 3, y comenzará a reclutar voluntarios este mes de julio. La semana pasada, Brasil dio el visto bueno para que la compañía inoculase la vacuna experimental a voluntarios del país sudamericano.
     
  • CanSino Biological Inc. / Instituto de Biotecnologías Pekín (China). Fase 2: Se trata de una vacuna de vector viral. Al ser también de una vacuna de subunidad -una fórmula de nueva generación que no contiene patógenos-, se caracteriza por su seguridad.  China acaba de aprobar el uso interno en el Ejército de esta nueva vacuna, para “uso por los militares”. Así, se espera que miles de miembros de las fuerzas armadas chinas puedan empezar a vacunarse sin demora.
  • Moderna / Instituto Nacional de enfermedades infecciosas NIAID (Estados Unidos), Fase 2: Esta vacuna está basada en ARN mensajero, combinado con el código genético del virus. La farmacéutica estadounidense que la está desarrollando ha informado que en julio comenzaría la tercera y última fase, en la que participarán unas 30.000 personas.  La biotecnológica finalizó el mes pasado su fase dos del estudio con 300 adultos.
  • Sinopharm / Instituto de Productos Biológicos de Wuhan y  Sinopharm / Instituto de Productos Biológicos de Pekín (ambos en China). Fase 1/2: China también está desarrollando otros dos proyectos independientes entre sí y muy prometedores. Ambos se basan en virus inactivados y detrás de ellos está Sinopharm, el gigante farmacéutico de carácter estatal. Empezaron a inocularse en humanos el pasado mes de abril y, según fuentes oficiales del país asiático, “han mostrado una adecuada seguridad hasta ahora”. La propia Sinopharm ha anunciado comenzará en breve la fase 3 en Emiratos Árabes Unidos. La razón por la que ha escogido este país para llevar a cabo la última fase de las pruebas clínicas es porque consideran que en China la pandemia está prácticamente controlada, lo que dificulta la participación masiva necesaria y la valoración de los efectos de la vacuna.
  • BioNTech / Fosun Pharma / Pfizer (Alemania / Estados Unidos). Fase 1/2: La compañía alemana BioNTech se alió en enero con la farmacéutica estadounidense Pfizer para desarrollar una vacuna. Tras probarla con éxito en ratones, ya han comenzado los ensayos en humanos, con cuatro variantes de un candidato basado en ARN mensajero sintético.  Este enfoque múltiple permite realizar una evaluación simultánea para aumentar las posibilidades de identificar al candidato más seguro y eficaz.
    Las compañías acaban de anunciar resultados positivos en estos ensayos iniciales en humanos. Ahora, prevén usar la información recabada para llevar a cabo una prueba mucho más amplia, con hasta 30.000 participantes, y que esperan comenzar a finales de julio si se recibe el visto bueno de los reguladores. Su intención es fabricar hasta 100 millones de dosis en lo que queda de año y potencialmente más de 1.200 millones durante 2021.
  • Inovio Pharmaceuticals (Estados Unidos). Fase 1: Este candidato a vacuna que está siendo probado clínicamente aún está en Fase 1, y comenzó en abril sus ensayos en humanos, basados en el ARN del virus. Se espera que los primeros datos de la respuesta inmune y posibles efectos secundarios se conozcan a finales de verano. Dependiendo de su éxito, está previsto un ensayo de Fase 2 con una muestra de participantes mucho más amplia.
     
  • Novavax (Estados Unidos). Fase 1/2: La compañía biotecnológica estadounidense acaba de comenzar las pruebas clínicas en humanos con su candidato basado en subunidades proteicas, y espera tener los primeros resultados en julio antes de iniciar la segunda fase.  Los investigadores aseguran que los ensayos preclínicos auguran que la vacuna “será altamente inmunogenética en humanos, lo que potencialmente logrará una protección de la COVID-19 y ayudará a controlar la propagación de la enfermedad”.
     
  • Instituto de Biología Médica (China). Fase 1: El quinto y, de momento, último candidato a vacuna que se está investigando en China abre aún más la puerta a la esperanza, aunque no ha hecho más que comenzar sus ensayos en humanos. Está basado en el virus inactivado.
     
  • Imperial College de Londres (Reino Unido). Fase 1: Científicos de la institución británica acaban de comenzar los primeros ensayos clínicos de una posible vacuna contra la COVID-19. Tal y como han explicado, su proyecto presenta una novedad importante: en lugar de usar una parte del virus, “utiliza hebras sintéticas del material genético del virus, el ARN, empaquetado dentro de pequeñas gotas de grasa”. Alrededor de 300 voluntarios sanos recibirán dos dosis de la vacuna en los ensayos clínicos iniciales, para evaluar si es segura y si produce una respuesta inmune efectiva.
     
  • Gamaleya Research Institute (Rusia). Fase 1: Se trata de una vacuna vectorial combinada contra el coronavirus, y en su desarrollo también participa el Ministerio de Defensa ruso. Las autoridades sanitarias del país ya han comenzado las pruebas clínicas en voluntarios y han anunciado que la producción de la vacuna podría arrancar en otoño.
     
  • Consorcio Genexine (Corea del Sur). Fase 1: El primer candidato que llega de Corea del Sur está impulsado por un grupo de seis empresas farmacéuticas, y se trata de una vacuna de ADN.
     
  • Curevac (Alemania). Fase 1: La empresa biofarmacéutica alemana está desarrollando una vacuna ARN que contiene información genética para la construcción de la llamada proteína de espiga del CoV-2 en forma de ácido ribonucleico. La primera fase del estudio clínico ya ha comenzado, en la que participarán 168 voluntarios.
     
  • Anhui Zhifei Longcom / Instituto de Microbiología (China). Fase 1: Se trata de una vacuna de proteína recombinante, y acaba de recibir la autorización de las autoridades sanitarias chinas para iniciar sus ensayos en seres humanos.
     
  • Clover / GSK / Dynavax (China / Reino Unido / EE.UU. ). Fase 1: Nuevo proyecto de vacuna de proteína recombinante, que se basa en un sistema adyuvante diseñado por GlaxoSmithKline (GSK), capaz de mejorar la respuesta inmune del organismo humano. Las pruebas en humanos acaban de comenzar, y los primeros resultados del estudio estarán listos en agosto.
     
  • Ejército Pop. Lib. / Academia Ciencia Militar / Walvax (China). Fase 1: Denominado ARCoV, este proyecto usa tecnología de ARN mensajero, al igual que los desarrollados por Moderna en Estados Unidos. Es la primera vacuna de este tipo que se está probando en humanos en China.
     
  • ​Vaxine Pty Ltd / Medytox (Australia / Corea del Sur). Fase 1: El ensayo que acaba de arrancar en el Royal Adelaide Hospital de Australia,  el primero de este tipo en el Hemisferio Sur, probará un nuevo candidato llamado COVAX-19, que se basa en una vacuna de proteína recombinante.
     
  • Cadila (India). Fase 1/2: Las autoridades sanitarias indias acaban de dar luz verde al comienzo de la experimentación en humanos de esta vacuna de plásmido de ADN, que llevará a cabo las fases 1 y 2 en un plazo estimado de tres meses.

¿Qué es la “inmunidad de rebaño”?

La “inmunidad colectiva” o “inmunidad de rebaño” proporciona protección indirecta a los individuos no vacunados, y solo se produce cuando se vacuna una parte muy importante de la población, a la que se suman las personas que son inmunes porque han desarrollado anticuerpos tras un contagio previo. Los epidemiólogos calculan que entre el 60% y el 70% de la población necesita ser inmune al virus para alcanzarla.

Mientras llega la vacuna, existen posturas que abogan por dejar que se infecten las personas sin ningún tipo de control, para generar esta “inmunidad de rebaño”. Lo que proponen, básicamente, es permitir el aumento de casos positivos y de circulación de personas para incrementar la generación de anticuerpos y la creación de una barrera inmunológica. Pero esta estrategia no pasa de ser una idea descabellada, puesto que en la práctica supone una condena segura al colapso sanitario y a la muerte de millones de personas.

Por otro lado, el porcentaje de personas recuperadas de coronavirus que produce anticuerpos neutralizantes es sumamente bajo, por lo que esa “inmunidad de rebaño” sin vacuna se antoja como un horizonte extremadamente difícil de alcanzar.

Además de la vacuna, ¿qué otros tratamientos hay?

Los fármacos representarían la otra gran línea de investigación en la lucha contra el coronavirus. Se calcula que a nivel internacional hay alrededor de 200 nuevos medicamentos en vías de investigación para combatir el nuevo coronavirus, la mayoría de los cuales serían antivirales.

Los posibles tratamientos con fármacos ya existentes también se han multiplicado en las últimas semanas. En el portal estadounidense clinicaltrials.gov, donde se lleva la cuenta de los ensayos clínicos sobre COVID-19 en todo el mundo, hay ya registrados casi 2.500.

Estos medicamentos, administrados de manera individual o en combinación con otros, se dividirían principalmente en tres grupos:

  1. Los destinados a impedir que el virus progrese dentro del organismo humano.
  2. Los destinados a calmar la respuesta del sistema inmune (en los cuadros más graves de la enfermedad se desencadena una reacción inmunológica exagerada y potencialmente mortal, denominada “tormenta de citoquinas”).
  3. Los basados en anticuerpos, bien obtenidos en laboratorios o bien procedentes del plasma sanguíneo de pacientes que han superado la enfermedad.
Mendoza se prepara para que pacientes recuperados de COVID-19 ...
Plasma de pacientes recuperados de coronavirus para tratamiento de infectados


Los tratamientos que se han utilizado desde el principio de la epidemia se han orientado a tres objetivos: antiviral, antiinflamatorio y antibiótico (las infecciones virales se asocian con frecuencia a infecciones bacterianas). Sin embargo, la evidencia clínica ha hecho que con el paso de las semanas se hayan añadido otros medicamentos como antitrombóticos o anticoagulantes.

Existe una serie de fármacos que ya han demostrado su eficacia con otras enfermedades, y que se han probado un cierto éxito con la COVID-19, aunque todos ellos se encuentran aún en fase de evaluación. Es lo que se conoce como “reposicionamiento de medicamentos”, que presentan la ventaja de que la seguridad clínica ya está probada.

Entre estos, sobresale de una manera muy significativa la dexametasona, un fármaco barato y de fácil acceso en todo el mundo que puede ayudar a salvar vidas de pacientes que sufren complicaciones respiratorias severas, según un estudio de la Universidad de Oxford. El equipo investigador cree que el tratamiento a base de dosis bajas de esteroides supone un gran avance en la lucha contra la COVID-19, al reducir en un 33% el riesgo de muerte de los pacientes más graves, los que se encuentran conectados a ventiladores mecánicos.

En cuanto a antivirales, destaca el remdesivir, un medicamento desarrollado inicialmente contra el ébola y que se ha convertido en el primero aprobado por la Agencia Europea del Medicamento (EMA, por sus siglas en inglés) para su comercialización en la Unión Europea. Se trata de un fármaco que evita que el virus se replique en el organismo, y solo está indicado para tratar a pacientes con COVID-19 que se encuentren en estado grave. Hay que tener en cuenta que efectivamente supone un beneficio para estos enfermos, aunque sus resultados en cuanto a eficacia no dejan de ser discretos.

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Además, hay otros fármacos, entre los que destacan los siguientes: 

  • Aplidin (antitumoral): La empresa española PharmaMar ha anunciado que los primeros resultados de los estudios ‘in vitro’ de su fármaco Aplidin (plitidepsina) en SARS-CoV-2 han revelado una actividad contra el virus “hasta 80 veces superior” a la del remdesivir.
  • Lopinavir y ritonavir (VIH): su combinación no ha mostrado efectos significativos en la reducción de la mortalidad de pacientes con COVID-19, según los resultados preliminares de un ensayo clínico coordinado por la Universidad de Oxford.


Finalmente, en cuanto al desarrollo de fármacos basados en anticuerpos, varias investigaciones a nivel mundial se centran en identificar proteínas que impidan al virus SARS-CoV-2 parasitar las células humanas y utilizarlas para replicar su material genético. Diferentes laboratorios de países como China, Israel o Países Bajos han comenzado ya a obtener anticuerpos capaces de neutralizarlo, siguiendo el ejemplo de otras enfermedades que ya se tratan con esta misma técnica. Todos estos proyectos se encuentran en fases tempranas.

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